Demandan un tipo de inteligencia de negocio más enfocada a elementos digitales en los que la apuesta por las TIC y la innovación son un imperativo
Los nativos digitales ya están llegando a los consejos de administración y comités de dirección de múltiples constructoras. Se trata de profesionales que toman decisiones en función de parámetros diferentes a los que utilizaban sus antecesores en la dirección y demandan un tipo de inteligencia de negocio más enfocada a elementos digitales en los que la apuesta por las TIC y la innovación son un imperativo.

Gustavo Melero, director de Unidad de Negocio Microsoft en Ibermática.
Los procesos de adecuación digital se están haciendo, así, imprescindibles para un sector, el de la construcción, que tradicionalmente ha tenido la terna digitalización-innovación- productividad como gran asignatura pendiente. No podemos obviar que solo el 1% de los presupuestos destinados a innovación en 2018 en España provino de este sector, aspecto que hace que mantenga niveles de productividad similares a los de hace 80 años.
La transformación digital es una oportunidad clara para la optimización del sector de la construcción. Fortalecerá a las compañías que lo forman, en muchos casos motor del proceso de crecimiento económico del país, y les ofrecerá capacidades para sobrevivir ante ajustes en la demanda cíclica del propio sector. Y, dentro de los procesos de transformación digital del sector, los directivos millennial tienen claramente identificados dos de los aspectos que aportan más valor: la integración de los procesos de gestión financiera con los de control de obra; y la implantación de la metodología de trabajo colaborativa BIM (Building Information Modelling) para la creación y gestión de un proyecto de construcción.
Con respecto al primero de los puntos, la mayoría de las constructoras mantienen separados ambos ámbitos. La gestión financiera y los sistemas de control de obra no “se hablan”, lo que genera, entre otros factores nocivos, la duplicidad de procesos, la generación de múltiples errores en la gestión, una gran pérdida de productividad y, algo que puede resultar fatal: la nula visión integral del negocio.
Las nuevas direcciones digitales apuestan por la implantación de un modelo de gestión ERP (Enterprise Resource Planning) verticalizado, especializado y específico para el sector de la construcción, que ofrezca una integración de ambos procesos de negocio para, desde una única plataforma de gestión integrada, tener el control del estudio de la obra, de su planificación económica, del estado de la ejecución en cualquier momento del proceso, de la planificación de compras e imputación de costes, de las mediciones y certificaciones, y de la contabilidad e información financiera.
Si nos centramos en la implantación de la metodología BIM, los directivos del sector de la construcción nacidos en la era digital saben que, además de ser imprescindible para la gestión con la Administración Pública, supone el cambio de paradigma necesario para incrementar la productividad del sector.
Estos profesionales tienen la certeza de que la implantación de un modelo BIM es la clave para la mejora de procesos, pero van aún un paso más allá, apostando por la integración del modelo BIM en el ámbito ERP de tal forma que, desde la propia aplicación de gestión empresarial integrada, se tenga acceso al plano BIM para poder vincular los elementos del modelo con el transaccional, en todas sus fases, a saber: diseño, gestión y mantenimiento. El resultado: utilizar la información del modelo BIM para tener estimaciones de coste, certificaciones, declaración de las producciones, revisión del grado de avance de la obra, gestión de servicios del proyecto, etc. En definitiva, asegurar el cumplimiento de plazos y costes.
Claramente, el actual contexto digital ha generado nuevos comportamientos y tendencias en las organizaciones. Las decisiones de compra y venta, las formas de relación con el cliente, los modelos de negocio, la organización corporativa… todo ha variado. También en el sector de la construcción. No apostar por la transformación digital supone no apostar, no ya por el futuro, sino ni siquiera por el presente.